Álvaro Guzmán, Javier Ruiz y otros inversores nos responden.
La inflación está tan desbocada en el mundo como en boca de todo el mundo.
No sólo se habla de ella en los mentideros de las finanzas, la economía, la política o los medios… Ha trascendido a las familias y las empresas de cualquier tamaño.
Las personas de a pie están experimentando cómo los costes de la cesta de la compra y la energía aumentan en una escalada que no parece tener fin.
No en vano, la inflación en España se ha disparado hasta el 7,4% en el último año (con datos de febrero), la mayor subida de los ´últimos 33 años, a saber, desde julio de 1989. Ha llovido desde entonces.
Esto no puede dejar indiferente a nadie.
Es un daño terrible a los bolsillo de muchos hogares, ya tocados por los efectos de la gestión de la pandemia de la Covid-19.
Si se analiza en términos generacionales, hay personas cuya vida ha transcurrido con la tranquilidad de poder disfrutar de precios contenidos o incluso deflacionarios (más allá de subidas de precios sectoriales de carácter temporal por cuellos de botella o crisis comerciales periódicas, con la recesión de 2008).
Sólo los más adultos recuerdan qué era vivir con tasas de inflación y tipos de interés de dos dígitos…
La guerra entre Rusia y Ucrania y la incertidumbre que abre este proceso bélico en relación con el gas no vienen sino a echar más gasolina al fuego a un fenómeno que en todo caso se arrastra de tiempo atrás:
Materias primas que parecen escasear y rigideces logísticas que se han hecho más evidentes desde el otoño de 2021, unido a países que llevan implementando políticas económicas expansivas (de deuda pública) desde 2009, con la puntilla de la crisis de la Covid-19.
Desde OMMA Business School Madrid hemos querido abordar esta cuestión crítica consultando a profesores (gestores y analistas financieros) de nuestro Máster de Value Investing y Teoría del Ciclo, que lanzará una nueva edición a finales de abril.
Qué nos responden los profesionales del entorno del value investing
La primera pregunta que hemos trasladado a estos profesionales del entorno del value investing es si esta inflación, que está afectando especialmente a bienes básicos como las materias primas, la energía o el alimento, ha venido para quedarse o tendrá carácter temporal.
La segunda cuestión consultada se refiere a aquellos sectores empresariales en los que podemos invertir para defendernos o incluso sacar partido de esta situación económica.
Álvaro Guzmán y Fernando Bernad (Azvalor), Javier Ruiz (Horos Management), Carlos Santiso (Icaria Capital), Óscar Lara (IberEspacio) y otros inversores que han preferido permanecer en el anonimato, han respondido generosamente a nuestra encuesta.
Sirvan de introducción las observaciones que nos llegan desde Azvalor.
Como bien es sabido por sus seguidores, esta gestora ha cosechado unas cifras de rentabilidad que han roto todas las marcas en los últimos dos años, multiplicando por tres el dinero de los partícipes desde los mínimos de la Covid-19 en marzo de 2020.
Asimismo, su filosofía de inversión pasa por estudiar en profundidad cada empresa antes de invertir en ella, y no dedican apenas tiempo a predecir las variables macroeconómicas, aunque sí que se esfuerzan “por diagnosticar correctamente el ciclo económico”.
Sus gestores nos advierten en relación con la evolución de la inflación y los sectores que pueden arrojar buenos resultados próximamente lo siguiente:
“Vemos difícil que se pueda meter al genio de la inflación dentro de la botella en poco tiempo, aunque los mercados no parecen tan preocupados por esto si atendemos a las elevadas valoraciones de los principales índices. Aconsejamos evitar la renta fija especialmente, así como las acciones caras de las compañías más de moda. Donde vemos las oportunidades más interesantes es en el sector de la energía, pero no en todos sus subsectores ni en todas sus compañías. Nuestros requisitos para invertir en una empresa son los mismos hoy que hace 20 años: un buen posicionamiento de mercado, un buen balance que nos ahorre sustos, y un equipo de gestión al frente de la compañía que tenga al accionista como primera prioridad”.
¿La inflación va a ser persistente o un fenómeno pasajero?
En esta cuestión no hemos encontrado un consenso claro. Hay especialistas consultados para quienes la inflación va a tener un componente duradero y, para otros, debería moderarse su evolución, aunque nunca volviendo a los niveles de partida.
A la pregunta de si la inflación va a ser persistente en un medio o largo plazo, Javier Ruiz nos responde lo siguiente:
“Se trata de la pregunta del millón y no tiene una respuesta clara. La realidad es que hay un conjunto de factores que est´án convirtiendo la inflación en más persistente de lo que las autoridades monetarias preveían.
Por un lado, aunque algo menos intensos en estos momentos, se mantienen los famosos cuellos de botella causados por la parálisis de capital productivo durante la pandemia y por la rápida recuperación de la demanda.
Por otro lado, los gigantescos e históricos estímulos monetarios y fiscales de muchas economías han causado que el empuje de la demanda sea superior a lo esperable, convirtiéndola en más insensible a la subida de precios.
Asimismo, contamos con un problema estructural de fondo vinculado a la planificación de la transición energética. La falta de inversión en combustibles fósiles y la intermitencia de las energías renovables están causando crisis energéticas globales de difícil solución en el corto plazo, lo que puede contribuir a una inflación más elevada que la que hemos tenido los últimos años.
Por último, las compañías que venden bienes de consumo empiezan a anunciar subidas de precios para protegerse de esta inflación de costes, lo que puede propiciar un alza en los salarios que nos lleve a la temida espiral alcista de precios y salarios, de la que es muy difícil salir”.
Por otro lado, hay quienes consideran que la inflación tenderá a contenerse, aunque no regrese a los niveles anormalmente bajos de los que partía.
Uno de nuestros profesionales consultados nos expone que cree que “es temporal y que en poco tiempo se verá (antes de que acabe el año). Cuando uno analiza los componentes de la subida, varios de esos ya han dejado de subir y de hecho algunos ya han empezado a caer”.
Otro de los especialistas añade: “Creo que hemos pasado por épocas con la inflación excepcionalmente baja, lo que no es sostenible a largo plazo; dicho esto, los niveles actuales tampoco creo que sean sostenibles y deberían moderarse”.
Carlos Santiso apunta que “los niveles de la inflación actuales son derivados de la reactivación de la economía tras un parón en seco. Parte de la inflación que vemos no es estructural, sino temporal. A medio plazo debería normalizarse la situación”.
Y añade: “Con la recuperación de la confianza en los últimos meses, los agentes económicos están dejando de atesorar tanto y con ello reactivan la economía, y eso genera inflación. A medio plazo habrá inflaciones por encima del 2%, objetivos del BCE y de la Reserva Federal, pero no tan elevados como los actuales, que están en el entorno del 5-6%”.
Óscar Lara, por su parte, considera que “la evolución de la inflación a día de hoy no está todavía plenamente determinada y va a depender de las acciones que tomen los diferentes agentes económicos en los próximos meses”.
Añade como factor diferenciador de la recesión de 2008 que “un aspecto importante a tener en cuenta es el hecho de que actualmente tenemos los bancos centrales bajo un sistema de amplias reservas (…) No es totalmente previsible cómo el sistema de amplias reservas va a reaccionar a este incremento de la inflación”.
Asimismo, las cadenas de suministros se han visto afectadas: “Los agentes productivos han visto en los últimos meses una rigidez en las cadenas de suministros que, a su vez, ha hecho que demanden un mayor volumen de existencias, favoreciendo de esta forma una espiral en la tensión de los suministros. Esta espiral está frenándose en ciertas áreas productivas mientras que, en otras, la espiral persiste y se acelera. El impacto global de este proceso no va a ser homogéneo y el inversor va a tener que estar preparado para este tipo de dinámicas complejas y sus posibles efectos”.
¿Hay buenas oportunidades de inversión en EE.UU.?
La conclusión de los análisis de los expertos consultados es que EE.UU. es un mercado muy grande que siempre arroja oportunidades si se sabe analizar bien la compañía y el momento. Sectores relacionados con la energía o materias primas, además de las small caps, son las vencedoras.
Javier Ruiz nos transmite su visión:
“Al tratarse de un mercado tan grande, es complicado no encontrar algún sector atractivo para invertir. En estos momentos, tenemos una importante exposición a compañías de materias primas cotizadas en este mercado. Negocios productores de carbón metalúrgico (como Ramaco Resources o Warrior Met Coal) o vinculados al gas natural licuado (como Golar LNG), por ejemplo. Adicionalmente, vemos oportunidades en el sector del leasing de aviones (AerCap) o del cannabis (Power REIT y Millennium)”.
Óscar Lara sostiene que “EE.UU. es el mercado más amplio del mundo y hablar de él como si fuese un único ente puede llevar a errores de inversión o a análisis demasiado bastos y generalistas (…) El hecho de que el índice esté en máximos históricos no implica en absoluto que el inversor no pueda encontrar valores en numerosas compañías o sectores de ese país”.
En esa misma línea, nos señala otro de nuestros especialistas consultados que “los índices son una cosa, y luego está la realidad detrás de estos”.
Así pues, “los grandes índices no reflejan la realidad que hay detrás, dado que estos están dominados por empresas gigantes muy conocidas que en estos momentos están caras; y luego está el resto, donde nos encontramos con una situación increíble y no vista en décadas. Yo llevo en los mercados solo 24 años: nunca había visto precios tan bajos como los de ahora en un conjunto de empresas (principalmente small caps). Se encuentran múltiplos no vistos desde los 90″.
Carlos Santiso, por su parte, abunda en la misma idea: “Encontramos valor en el mercado small y micro caps. En el mercado de big caps, lo veo más complicado. EE.UU. es uno de los países con los múltiplos más exigentes, muy superiores a los de Europa, por lo que es difícil encontrar valor en compañías más conocidas. Dicho esto, el mercado de small caps ha sido bastante castigado tanto en EE.UU. como en Europa. Se pueden encontrar oportunidades muy interesantes en compañías poco seguidas. En un sector de mercado que no está en mi círculo de competencia, el energético, también hay oportunidades bastante interesantes a nivel de valoración”.
¿Qué sectores son los más prometedores y más arriesgados?
Las small caps y los sectores relacionados con la energía o materias primas son los que más oportunidades pueden aportar según los profesores consultados.
Por el contrario, los sectores o compañías más arriesgados son aquellos cuya valoración está más inflada en estos momentos o que están expuestos a un alto nivel de endeudamiento o dependencia energética.
Javier Ruiz responde en estos términos:
“Los últimos años hemos visto cómo los bajos tipos de interés (incluso negativos) y la baja inflación han restado atractivo a la renta fija y aupado a valoraciones muy exigentes (incluso absurdas) a las compañías de calidad (mayor tamaño y mayor estabilidad en sus flujos) y a las tecnológicas, beneficiadas por las tendencias de su sector.
En la actualidad, nos pueden proteger, o incluso beneficiar, negocios vinculados a las materias primas, pero también aquellas compañías con capacidad para fijar precios o con activos que se benefician de estos entornos inflacionarios. Por otro lado, pueden verse perjudicadas las compañías que coticen a valoraciones muy exigentes por los motivos que acabamos de comentar, así como negocios industriales muy intensivos en consumo energético (ya hemos visto los cierres temporales de muchas compañías en la producción de acero, aluminio o químicas, por ejemplo)”.
Óscar Lara señala que “tener un porfolio de inversiones que sólo pueda generar beneficios en un entorno de baja inflación o que esté descontando valoraciones basadas en tasas de inflación bajas es actualmente bastante arriesgado”.
Y añade asimismo: “Los sectores con un alto grado de endeudamiento van a ser más susceptibles a la evolución de la inflación y los tipos de interés y, por lo tanto, más impredecibles con una volatilidad sesgada hacia la fragilidad. Por ello, los inversores han de evaluar con cuidado la estructura del pasivo de las empresas para comprender en detalle los potenciales riesgos relacionados con el coste creciente del endeudamiento”.
Otro de nuestros inversores encuestados advierte de que “la renta variable ha corrido demasiado. En concreto en el sector tecnológico percibo una burbuja clara de valoración que ha empezado a deshincharse y que debería continuar haciéndolo. En mi opinión, las expectativas sobre este sector están, generalmente hablando, infladas y no se corresponden con lo que deberían ser expectativas medias de ciclo”.
También encuentra buenas oportunidades de inversión nuestra otra fuente anónima:
“Nosotros tratamos de identificar acciones cuyos precios están equivocados para el negocio que tienen: encontramos precios muy atractivos en a) empresas que han sufrido por la Covid (consumo, viajes, turismo), b) en otras que han recibido un impulso por las decisiones políticas tomadas como reacción a la pandemia, y que no son tan evidentes para el público (servicios, productos médicos, hospitalarios), c) igualmente en algunos valores cíclicos, energéticos, aunque no se puede generalizar por industria.
Pero lo más asombros lo encontramos en d) compañías pequeñas que no se han beneficiado del tsunami de liquidez proporcionado por la intervención de los bancos centrales, pero cuyos negocios continúan creando valor aunque el precio de sus acciones se haya visto muy perjudicado. Aquí es donde se ven múltiplos de valoración asombrosos”.
Carlos Santiso halla riesgos en compañías de alto crecimiento sobrevaloradas y en aquellas con alto grado de dependencia “de los salarios, transporte o logística que no gocen de una posición dominante”.
Así pues, empresas de distribución como Amazon deberían pasarlo mal, pero esta compañía está mejor preparada para salir incluso reforzada de la situación: “Muchos de los competidores irán cayendo; Amazon se quitará rivales y ganará cuota sin hacer prácticamente nada, sólo resistir. Es más, Amazon tenía una cuota de mercado en 2019 del 38% y ahora es del 42%. Lejos de reducirse, se ha expandido por aspectos como los mencionados: la competencia se evapora”.
En cuanto a los sectores más prometedores, coincide en que saldrán airosos aquellos cuya “valoración sea más atractiva en estos momentos”, así como el “sector energético, banca, materias primas en general, favorecidos en un contexto de subida de tipos”.
Como bien se desprende de la encuesta realizada, con el foco del value investing podemos encontrar oportunidades de inversión en casi cualquier coyuntura económica; también en entornos inflacionarios.
De nosotros depende buscar las herramientas para entender las distintas fases del ciclo económico por las que discurrimos en el tiempo, así como comprender aquellos instrumentos de inversión que nos ayudarán a protegernos y sacar ventaja de casi cualquier escenario económico.
En OMMA Business School Madrid, somos conscientes de ello y llevamos ya 10 años enseñando a los más de 300 alumnos que han pasado por el Máster en Value Investing y Teoría del Ciclo a gestionar su patrimonio y el de otras personas inspirados en la filosofía de inversión del value investing. Y lo hacemos en compañía de profesionales de la inversión como los que hemos encuestado para esta ocasión.
Artículo publicado originalmente en Libertad Digital