¡Cuidado! Sus ahorros corren grave peligro

Las épocas de fuerte inflación son complicadas para los agentes económicos y dan lugar a una fuerte redistribución de riqueza.

Tampoco debemos pensar que todo el mundo vaya a perder.

En líneas generales, hay más pérdida que ganancia; de lo contrario, no estaríamos hablando de posible estanflación (estancamiento económico más inflación), pero es cierto que aquellos que saben moverse con agilidad y soltura en estas tierras movedizas pueden obtener fuertes rendimientos.

No es momento de posiciones muy conservadoras en la gestión del patrimonio financiero porque la inflación se acabaría comiendo el capital.

Desde OMMA Business School Madrid somos conscientes de que una de las grandes materias que las familias deberían abordar para guiar con más seguridad su porvenir económico es la cultura financiera.

De esta premisa de tomar el control de nuestro destino y de no estar al albur de los acontecimientos, surge el Máster de Value Investing y Teoría del Ciclo, que lanzará una nueva edición a finales de abril.

Veamos cómo podemos afrontar la cuestión de la conservación del patrimonio en tiempos de inflación.

Los riesgos de la inflación para el patrimonio familiar

Es una época muy complicada para los capitales acumulados, es decir, para los ahorros.

Añadido al patrimonio inmobiliario, las clases medias, cuando llegan a la edad de jubilación, pueden haber acumulado un patrimonio financiero de, pongamos, entre 15 mil y 500 mil euros.

Aunque el rango aquí planteado es muy amplio y con dispar potencial, para algunas familias estos ahorros son clave para aspirar a un retiro más acomodado y seguro.

Podemos imaginar cómo puede llegar a impactar la inflación al poder adquisitivo cuando las pensiones o los salarios están ahora mismo estancados y la cesta de la compra se encarece con cierta velocidad.

El panorama no será muy positivo si los instrumentos financieros en los que se plasman estos ahorros son depósitos a la vista, a largo plazo o renta fija (con bajas remuneraciones garantizadas).

En este contexto, ser meramente prudentes puede no ser suficiente; es más, seguramente sea contraproducente. La renta fija es muy peligrosa pues, aunque nominalmente parezca que estamos conservando el valor, a la vuelta de unos años habremos perdido una parte muy grande de poder adquisitivo en términos reales.

A la inversa, dentro de ese proceso de redistribución, saldrán ganadores aquellos que se hayan endeudado a un tipo fijo reducido con un plazo de devolución amplio, como puede ser el caso de una hipoteca a tipo fijo.

Lo mismo cabe decirse, por ejemplo, de agentes que han emitido deuda fija a largo plazo a tipos bajos, como puedan ser empréstitos de empresas o los estados con la deuda pública a largo plazo.

Invertir en acciones no siempre es la solución

Y la alternativa normal a la renta fija, que es invertir en acciones, también es peligroso porque la inflación no beneficia los negocios.

Mucha gente piensa que las empresa se ven favorecidas por la inflación, pero no es así. Esto es debido a que suben todos los costes.

El economista alemán Wilhem Röpke lo ilustró de forma un tanto cruda cuando reseñó los problemas de la hiperinflación alemana en el sistema productivo.

Un tendero (ferretero) que vendía tornillos, aunque cada vez los vendía más caros, siempre reponía una menor cantidad de ellos por el efecto de la inflación hasta que finalmente solo pudo comprar uno con los ingresos de su última venta y se ahorcó con él.

Por siniestro que resulte este ejemplo, cierto es que si la inflación es muy intensa, aunque el margen (markup) que se fije a cada venta sea elevado, a la hora de recomprar la mercancía (tornillos) su precio puede haberse ido un nivel superior al que se vendieron las unidades anteriores, de modo que ya sólo se podrá adquirir una porción inferior de unidades. Y así hasta que el tendero sólo pudo comprar un tornillo… No estamos ante una hiperinflación, pero conviene tener esto presente.

Inclusive hay casos en que no es fácil repercutir la subida de costes (markup) al precio de los bienes finales.

Esos negocios sufren mucho.

No en vano, repitamos, estamos barajando un escenario de potencial estancamiento económico.

La inflación de costes propiciará aún más cierres en aquellos sectores que no pueden repercutir costes en el precio final.

Las quejas actuales de ganaderos o agricultores por las subidas de costes de las materias primas (abono, alimento para el ganado, fertilizantes, energía) reflejan esta delicada situación que va a llevar al cese de negocio de muchas familias españolas que viven del campo.

Claro, obsérvese cómo todo esto reduce la oferta productiva, lo que contribuye, en un círculo vicioso, a la escasez y el alza de los precios…

Inestabilidad monetaria, política y social

Hay mucha inestabilidad y bandazos en el ámbito económico, político y social, todo lo cual genera mucha incertidumbre al sector productivo, financiero y las familias. Existe mucho descontento social, miedo al futuro (y al presente) y desórdenes sociales.

Tener capacidad especulativa y adelantarse es una de las claves, pero requiere cierta sofisticación y también algo de suerte, máxime en este contexto caldeado y de decisiones improvisadas.

Cuando los problemas sociales y económicos se multiplican, los gobiernos intentan abordar el problema de la inflación desatada poniendo en marcha políticas monetarias de ajuste.

El economista John M. Keynes se arruinó en 1923 cuando apostó fuerte contra el marco alemán en medio de la hiperinflación alemana.

Él pensaba que iba a evolucionar a más velocidad la devaluación del marco, pero se ralentizó la inflación por un tiempo más extenso del que él pudo esperar por su fuerte apalancamiento y acabó perdiéndolo todo.

La moraleja es que, con frecuencia, la inflación no se suele mantener a un ritmo constante, sino que va dando saltos: a veces va sin freno, a veces vuelve la confianza, luego se vuelve a perder, como sucede regularmente en algunos países de Iberoamérica.

Y cuando se especula el timing es crucial… Podemos pillarnos los dedos. La propia inestabilidad puede conducir a cambios políticos, que a su vez repercuten en el devenir económico y social.

Son épocas muy inciertas y de descontento.

Algunas claves para protegernos de la inflación

Inmuebles

El pequeño ahorrador tradicionalmente se ha defendido de la inflación invirtiendo en bienes inmuebles. Puede ser una buena oportunidad invertir en bienes reales apalancados (por ejemplo, para la compra de una casa) si se compra a tipo fijo con bajo interés y se mantiene la estabilidad de ingresos.

Tampoco es fácil para todo el mundo, pues la entrada suele ser grande y supone poner todos los huevos en la misma cesta.

Empresas con capacidad de repercutir precios

Pueden funcionar muy bien aquellas empresas que vendan productos de consumo no discrecionales.

Nos referimos a aquellos bienes y servicios que la gente no puede dejar de consumir, siempre que no haya mucha competencia en el sector que le pueda arrebatar mercado. Buscamos empresas con clientes cautivos que venden productos de consumo no discrecionales. Y, mejor aún, si son de consumo recurrente.

Empresas con poca dependencia energética o materias primas

Conviene estar pendientes de compañías que no estén muy expuestas a incrementos de costes por alta dependencia de factores que puedan disparar su precio. En el caso de las aerolíneas, tenemos justo lo contrario: una alta dependencia del precio del combustible, por lo que estas pueden verse obligadas a subir precios y mucha gente podría dejar de viajar.

Empresas sin mucho capital invertido ni necesidad de reposición

Es una buena opción invertir en negocios con poco capital fijo que además no tengan que estar renovando continuamente el equipo capital como consecuencia de mejoras tecnológicas frecuentes o por la competencia dentro del sector.

Estas compañías sustentan su ventaja competitiva en factores intangibles como una buena imagen de marca o la reputación, las cuales no han de amortizarse ni reponerse. Son empresas con mucho free cash flow y alto ROCE (buena rentabilidad por capital empleado), lo que da cuenta de una buena ventaja competitiva que no se apoya en la reinversión de capital para mantenimiento o reposición.

Empresas relacionadas con la energía

Resulta interesante poner el foco en el sector energético (o de materias primas en general) en un contexto de inflación de costes. Los reajustes en la capacidad se van a tener que producir si la energía acaba siendo uno de los cuellos de botella fundamentales, como pueda ser el replanteamiento de la cadena de suministro de gas en Europa o la búsqueda de fuentes de energía alternativas al petróleo.

Todas las empresas que sirvan a los productores de petróleo lo van a hacer bien porque van a tener mucho negocio: alquiler de equipos, provisión de servicios, plataformas, perforadoras, ingeniería (no muy expuesto al incremento de costes).

Países productores de commodities

Así como los países más industriales y desarrollados que disponen de pocas materias primas sufren un empeoramiento en la relación real de intercambio (RRI), aquellos productores emergentes cuya renta depende de una o varias commodities lo harán bien, por lo que invertir en esas bolsas es una gran oportunidad.

Fue el caso de Venezuela en los 70 o sería la opción hoy de invertir en países productores de petróleo del Golfo Pérsico. Pero, también, si la inflación afecta a productos agrícolas, países como Argentina podrían verse beneficiados.

Antigüedades, oro y monedas fuertes

El oro lógicamente funciona muy bien como mecanismo de protección ante la pérdida de poder adquisitivo de la moneda, que puede verse aún más dañada por las devaluaciones.

Pero también podemos pensar en monedas que sirven de refugio de capitales como el franco suizo y antigüedades. Sotheby’s antiguamente cotizaba (hoy no). El arte lo suele hacer bien, así como el coleccionismo.

Ponerse corto

Es una opción, aunque más arriesgada. Dentro de ello, en estos momentos resulta más claro ponerse corto de obligaciones y deuda pública a largo plazo porque van a subir los tipos de interés. Es decir, se trata de buscar algún instrumento que opere con el inverso del tipo de interés.

Sector financiero

Hay quien considera que el tipo de interés creciente favorece al sistema bancario porque arbitran con más tipo de interés. Eso es cierto siempre que no haya un estancamiento y se detenga significativamente la demanda de crédito, en cuyo caso afrontarían posibles pérdidas.

El sector financiero es un territorio en cualquier caso más arriesgado.

Por último, ofrecemos una serie de recomendaciones para prepararse ante situaciones adversas por fuerte inflación.

Lo mejor es leer historia financiera.

La época más reciente de inflación en España y Occidente fueron los años 70 del siglo pasado y todavía hay memoria de ello no sólo en los libros sino en las personas que lo vivieron (familiares), de quienes se puede aprender. Si se fuera hacia una hiperinflación -de momento no-, convendría fijarse en casos de Iberoamérica.

Un inversor que se hizo millonario con la inflación en los años 70 del siglo pasado fue Harry Browne, invirtiendo, entre otros, en oro.

En 1970 escribió el libro How You Can Profit From The Coming Devaluation. Para quienes tengan más curiosidad, pueden leer las cartas a los accionistas de Warren Buffett de los años 70, de donde extraerán un buen análisis de la situación económica y empresarial de la época.

También es interesante fijarse en el comportamiento de las acciones. Por ejemplo, las Nifty Fifty (años 60 y 70 del siglo pasado) fueron un conjunto de 50 compañías que resultaron una buena inversión mientras se mantuvieron en niveles razonables (subieron tanto que se recalentaron, lo que nos recuerda un poco a las actuales FAANG).

Lo hizo muy bien por esta época el inversor Peter Lynch, que arrancó su fondo en el año 1976. Desde entonces y hasta 1982 registró una rentabilidad anual de más del 30%. Se fijó en empresas que gozaban del favor del público y que crecían mucho, como Wall Mart, Taco Bell (cadenas para público general). Para aprender sobre ello, puede recurrirse a su libro Batiendo a Wall Street.

En OMMA Business School Madrid, somos conscientes de la importancia del estudio de la historia financiera o del ejemplo que sin duda nos ofrecen las experiencias de aquellos grandes inversores que han obtenido sustanciosas rentabilidades en diferentes épocas económicas.

Asimismo, para nosotros es clave que un buen inversor entienda los negocios y el entorno económico en el que opera, de modo que en nuestra escuela aportamos un vasto conocimiento sobre contabilidad y herramientas de valoración, así como sobre los fundamentos de la micro y macroeconomía.

Así lo atestiguan nuestros 10 años de historia en los que llevamos enseñando a los más de 300 alumnos que han pasado por el Máster en Value Investing y Teoría del Ciclo a gestionar su patrimonio y el de otras personas inspirados en la filosofía de inversión del value investing y la comprensión del ciclo económico.

Artículo publicado originalmente en Libertad Digital

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